USANDO MÁSCARAS
Hemos aprendido de la
sociedad que para estar en consonancia con las personas, las instituciones y el
sistema; tenemos que ponernos máscaras.
Aparentar estar bien,
aunque por dentro estemos tristes, rabiosos o con miedo. Si es necesario, tendríamos
que reprimir nuestros verdaderos sentimientos y emociones, para mostrar a la
gente la cara que se supone debemos tener: CARITA FELIZ.
Por ejemplo: si trabajamos
de cara al público y un día nos sentimos tristes, con rabia, o indispuestos. O
que no nos gusta la actitud de los jefes, compañeros de trabajo, o de la gente
que estamos atendiendo; no podemos mostrar la cara que exprese esos
sentimientos. Ahí es, donde nos ponemos
la mascara, para mostrar la falsa cara de felicidad y alegría que se supone
debemos tener. Esta cara falsa sale de nuestra mente calculadora, que pretende
conseguir algo a cambio (aprobación de los clientes, los jefes, la pareja, la
institución, la sociedad, o el sistema).
Ahora bien ¿que pasa
cuando somos falsos? Pues que nos
sentimos mal con nosotros mismos y sentimos rabia a todo lo de afuera, que nos
está obligando a ser falsos. Es decir a todo aquel que le tenemos que mostrar
la máscara de felicidad y alegría. Al hacer esto, crece en nosotros
una energía negativa, y una sensación de que estamos en contra de nosotros
mismos, ya que estamos mostrando precisamente lo opuesto a lo que en realidad
estamos sintiendo. Y es nuestra verdad, lo que nos gustaría mostrar. Pero no
podemos o no debemos.
Por otra parte; no es
necesario mostrarle, ni echarle encima a la gente nuestra rabia, nuestra
tristeza, o nuestro mal estar. Ya que ellos no son culpables de nuestra
desdicha, ni nuestras situaciones. Esas emociones están dentro de nosotros y
por lo tanto somos responsables de ellas.
Ante estas dos situaciones,
nos encontramos con dos “problemas”:
1- Si
le mostramos a la gente nuestra máscara de carita feliz y reprimimos nuestros sentimientos de rabia, tristeza, o de miedo;
estamos yendo en contra de nosotros y podríamos inconscientemente crearnos una
enfermedad o dolencia que sirva para expresar la emoción antes reprimida. Creándose sin querer un problema mayor.
2- Y
si por el contrario, no nos ponemos la máscara y le decimos a la gente todo lo
que realmente sentimos. Y le echamos encima toda la basura (rabia, impotencia,
estrés) que hay en nuestro interior, estamos creando también un problema más
grande que el primero. Porque tú recibes de la vida, lo que antes das. Y si estas
dando golpes e insultos, ¿Qué crees que vas a recibir más adelante?
¿Qué hacer entonces?
Yo veo dos soluciones:
La
primera solución es: usar la transformación de la energía o
emoción en ti. Es decir; cuando se presenta la rabia, la tristeza, o el mal estar;
si estás en tu trabajo, pides permiso y vas al baño o servicio. Una vez allí,
cierras tus ojos, coges tu rabia o tu tristeza en tus manos, respiras suave y profundamente
y te dices: Yo decido transformar mi rabia en amor. Porque es
paz, amor y felicidad, lo que quiero sentir y tener dentro de mi.
Esto lo repites de cinco a
ocho veces con una respiración suave y profunda. Poniendo amor, sentimiento y
tranquilidad a tus palabras, a tu mente y a tu cuerpo. Luego abres los ojos y
siente si dentro de ti hay paz y tranquilidad. De ser así, has transformado tu
energía interior. De no ser así, repites el proceso hasta lograr la paz y el
amor que deseas. Este proceso solo dura 10 o 15 segundos.
Ahora mírate a los ojos en
el espejo y dile a esa persona que ves ahí (eres tú) que la amas y la aceptas
tal como es. Que la quieres con sus virtudes y sus debilidades. Y que juntos o juntas, van a hacer lo posible para ser
felices en todo momento, con cualquier persona
y en cualquier lugar.
Ya estás listo o lista para
salir del baño y mostrar a todos, tu
verdadera cara de felicidad, que proviene de tu interior y que expresa la
verdad. Tu verdad.
La
segunda solución es: en caso de que no puedas hacer la primera
solución arriba expuesta, entonces aprende a usar la máscara, sin sentirte mal contigo. Es decir, sin sentirte
culpable. Ya que este sentimiento es nocivo para tu salud y puede crear tanto
una enfermedad, como un accidente (nos
quemamos en la cocina, o nos cortamos un
dedo picando verduras, o nos
golpeamos en el trabajo, etc.) para auto castigarnos. Por supuesto
inconscientemente.
Vamos a ver un ejemplo: Eres un
vendedor o vendedora en una tienda. Tienes rabia por alguna razón y llega un
cliente; pues tu, conscientemente te
pones la máscara y ves a la persona con amor y la atiendes como a ti te gustaría que te atendieran.
Ésta, tu actitud, creará
dos cosas maravillosas:
La persona que has
atendido con tanta amabilidad y paciencia, se irá contenta y llena de la felicidad
que tú le has dado. Esa persona llevará a su hogar esa felicidad y la
compartirá con su familia. Y les dirá: estoy muy contento por que una persona
que no me conocía (que eres tú) me atendió estupendamente y me ayudó a
encontrar lo que deseaba, haciendo que me sintiera feliz.
Lo otro maravilloso que
sucede, es que como tú has dado felicidad a otro, la vida te lo devuelve
multiplicado. Y cuando sabes que has dado felicidad no solo a la persona que
atendiste, sino a toda su familia y a todo el que se encontró en su camino, entonces
te sientes feliz y tu rabia que estaba dentro de ti, fue arropada y transformada por la felicidad creada por tu actitud y por el agradecimiento
de la persona que atendiste.
Tu máscara ha desaparecido sin darte cuenta. No
necesitaste quitártela, se desvaneció.
Conclusión:
Una cosa es mostrar la felicidad
y otra cosa es ser feliz.
Cuando debes mostrar la cara de felicidad,
tienes la mascara puesta. Pero si tienes que hacerlo, hazlo con alegría, con
amor y respeto.
Cuando eres feliz, tu cara de felicidad es
real, sale de tu felicidad interior. Y estarás expresando tu verdad. Siendo
auténtico y sintiéndote bien contigo mismo, o contigo misma.
Cuando somos felices, todo
lo que hacemos lleva la energía de amor y felicidad. Entonces llevamos esas
energías a nuestras situaciones, a la
gente y a nuestro trabajo; transformando nuestro entorno a partir de nosotros y ayudando a
otros a cambiar con nuestra energía y nuestro ejemplo.
La
paz y la felicidad no están en el mundo. La paz y la felicidad están en el que
ve el mundo. En el que lo recorre, en el caminante, en ti y en mi.
Morgan Rolando
Terapeuta TTT-Zen - Coach Personal Tlf: +34600287109